En las postrimerías del siglo XV apareció un infame manual para perseguidores de brujos: el Melleus Malleficarum (El martillo de las brujas). Sus autores, los dominicos Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, sostienen que la brujería es más natural en las mujeres que en los hombres, a causa de la inherente maldad que, en sus corazones, ellas poseen: "Qué otra cosa es la mujer sino un enemigo de la amistad, un castigo insoslayable, un mal necesario, una tentación natural, un peligro doméstico, una maldición de la naturaleza pintada con colores hermosos". Este libro, que marca un vínculo directo entre la brujería y la mujer, tuvo un éxito extraordinario. La misoginia fanática de esos sacerdotes se apoya en argumentos del Antiguo Testamento, que, por ejemplo, en el Éxodo, 22, 19 dice: "A la hechicera no dejarás que viva".
Isabel Monzón
Feminaria Editora. Buenos Aires. 1994.
ISBN 987-9902
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